Muere exdirector de APIVER

10/11/2025

 

Le llamaban El Chitón. 

A la memoria de Juan Ignacio Fernández Carbajal. (1957-2025).

 

Por Pedro Cruz.

 

En 2002, mi amiga Lilia Ramírez Baizabal, me invitó a colaborar como responsable del Gabinete de Comunicación Social de la Administración Portuaria Integral de Veracruz SA de CV (Apiver). Fui a suplir una vacante por cuatro meses. Me quedé 16 años.

 

Era Coordinador General de Puertos y Marina Mercante (CGPyMM)  en aquellos tiempos, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte, el ingeniero Juan Francisco Ávila Camberos. Era la mitad del sexenio de Vicente Fox. 

 

En Apiver despachaba el arquitecto Raúl Rodríguez Cánovas quien acababa de sustituir al ingeniero Sánchez Esqueda. Hicimos un buen equipo, lamentablemente, por poco tiempo. 

 

El ingeniero Ávila dejó la CGPyMM y fue electo diputado federal; Fox nombró como GGPyMM al ingeniero César Patricio Reyes Roel, oriundo de Delicias, Chihuahua y hermano de la actriz Gabriela Roel. Llegó a la Apiver el licenciado Jorge González Olivieri. En el sexenio de Felipe Calderón los puertos mexicanos mantuvieron estabilidad y crecimiento.

 

Otra vez cambios en la política mexicana. Gana las elecciones Enrique Peña Nieto y nombra en la CGPyMM a Guillermo Ruiz de Teresa.  Todo mundo piensa que fue éste, quien nombró al ingeniero Juan Ignacio Fernández Carbajal, como director de Apiver, pero no, en realidad quien lo recomendó con el presidente para liderar el puerto más importante del País, fue el Luis Téllez, quien era secretario de Energía.

En 2008 el ingeniero Fernández Carbajal llega a la Apiver e  inicia 

 

su gestión. Todos lo vieron con recelo.  Personal de la Entidad,  cesionarios, prestadores de servicios portuarios, terminaleros, hasta los dueño de la carga, tenían sus dudas.

 

--Esto funciona muy bien, me dijo en la primera entrevista que sostuve con él. No hizo ningún cambio inmediato. Sólo se trajo de Puebla a Alejandro Couttolenc y Silvia Navarro, sus eternos escuderos.

 

En poco tiempo se ganó la confianza de la Comunidad Portuaria y el afecto del personal a su cargo y, algo más importante, adoptó la ciudadanía Jarocha, que es la más difícil de obtener.

 

Su familia siempre estuvo relacionada con el puerto; tenía una empresa importadora de granos que entraban por Veracruz; conocía todos los vericuetos del Sistema Portuario Nacional;  desde niño sus vacaciones las pasaba en Villa del Mar. Tenía una relación indisoluble con el puerto y la ciudad a la que tanto quiso al grado que aquí se quedó a vivir hasta sus últimos días.

 

En Puebla, sus más amigos más cercanos, le decían Chitón o El Chitón. En Veracruz, el gallego Alfonso Salces, el dueño de Notiver, lo bautizó como Don Coca-Colo, porque su hermano, el Diablo Fernández Carbajal, era el director de Femsa-Coca Cola.

 

Con Olivieri mantuve una relación de respeto y netamente profesional, pero con el ingeniero Fernández fue más allá. Tuve la fortuna de acceder a su círculo íntimo, por ejemplo, conocí a su esposa Maggi y a sus hijos. 

 

Conocedor de los medios de comunicación y su influencia social, me dio permiso de picaporte.

--Cuando sea algo importante, no te tardes ni un minuto. Entra pateando la puerta si es necesario, me dijo.

 

Fue mi jefe diez años. Durante ese periodo se consolidó la obra portuaria más importante de México, la ampliación del puerto de Veracruz hacia Bahía Norte.

 

En esos trabajos hubo un periodo de consulta. Se escuchó a todos los grupos sociales y se fijaron condiciones de remediación ambiental.

 

Les tenía un admirable respeto a los pescadores. De la misma forma trató a Joaquín Sosa y a Bernardo Hernández que a los directores de MSC o MAERSK, las navieras más importantes del mundo.

 

Especial trato le tenía Pastrana un pescador que llegaba a verlo al séptimo piso del edificio de Apiver en bermuda y chanclas y le llamaba “Jefe”. Cuando lo veía en la calle Pastrana vestía de marca y con una enorme cadena de oro en el cuello.

 

--Jefe, está aquí el director de la Asociación  de Terminales y el líder de los pescadores, Pastrana,  le decía Silvia Pastelín, su fiel asistente, por teléfono.

--Que pasé Pastrana, le contestaba.

Tal vez era porque siempre lo hacía reír con chistes y cuentos de pescadores que arrulla el mar.

 

Gestionó ante el Consejo de Administración de la Apiver los recursos necesarios para la creación de la infraestructura básica –banquetas, alumbrado, guarniciones—para la Colonia de Pescadores en la zona norte.

---No esperes que te construya la casa, Pastrana, le dijo.

---No jefe, con eso estamos bien.

 

También nos tocó lidiar con varias crisis informativas.

Un domingo en la tarde me llamó por teléfono. Entendí que era un asunto urgente.

--¿Dónde andas?, me pregunto.

---En mi rancho, echándome la primera cerveza, le contesté.

Acaba de incendiarse un barco de Pemex en la rada, jálate inmediatamente al puerto, me ordenó.

--Primero, lanza el primer tuit, sólo informa que se ha suscitado un accidente en el fondeadero, que la población no corre peligro, tenemos que ser nosotros los que demos la primera noticia del suceso. No debemos permitir la especulación.

 

Con el ingeniero nos tocó la explosión en la información digital. A mi su sugerencia, fue el primer puerto que abrió cuentas en redes sociales y siempre autorizó mi capacitación con expertos en los temas digitales.

 

Cuando llegué estaban los mandos reunidos en el Centro de Control de Tráfico Marítimo.

--¿Qué hacemos?, me pregunto.

--Dar la cara; decir la verdad; no podemos adoptar la postura del avestruz y esconder la cabeza, le dije-.

---Convoca a una rueda de prensa.

 

A mediados de su gestión me llamó a su despacho. Me voy a ausentar un tiempo, o tal vez para siempre, me advirtió.

---Me van a hacer un trasplante de corazón, me informó sereno como si fuera la noticia más natural del mundo.

Ni siquiera sabía que estaba enfermo.

 

--He encontrado un órgano compatible, por fin.

La operación resultó todo un éxito. 

Vuelven los cambios a la política mexicana.

 Andrés Manuel López Obrador gana la presidencia de la República. Promueve una iniciativa de ley para pasar los puertos y las aduanas la Secretaría de Marina. 

 

Antes, todavía como Secretaría de Comunicaciones y Transporte,  el titular Javier Jiménez Espriú, nombra como Coordinador General de Puertos, al ingeniero  Héctor López Gutiérrez en 2018.

Una tarde de ese año me mandó a llamar a su oficina. 

 

--¿Cómo está tu contrato?, me pregunto.

--Termina el próximo año, le dije. 

--Pues se acabó, nos vamos. Fue un placer haber trabajado contigo, me dijo.

--- Yo me voy la próxima semana.

 

Hizo un evento de despedida con todo el personal de la Entidad en la Bahía Norte de cara a las nuevas terminales que dan garantía de crecimiento al puerto de Veracruz para otros cien años.

 

Se despidió de mano de todos y todas los colaboradores y colaboradoras.

 

Sin mentirles, poque no tendría caso hacerlo y menos en este momento que ya no está en ingeniero y jamás tendrá oportunidad de leer estas líneas,  vi lágrimas en muchas mujeres, las más sentimentales, y no las más cercanas, sino las últimas en el escalafón  laboral como las encargadas del almacén o las operadoras de las cámaras de vigilancia.

 

Todavía me tocó trabajar unos meses con Miguel Ángel Yánez Monroy, un tipo acomplejado, prepotente y grosero.

Poco el duró el gusto. Los militares tomaron el control de los puertos y aduanas coincidiendo con la terminación de mi contrato.

 

Les cambian los nombres a las 18 Apis, pasaron a ser Asiponas y el llegó al puerto el primer militar retirado, Romel Eduardo Ledezma Abaroa, pero esa ya es otra historia.